April 05, 2010
Blog Un Mundo Un Día
Por Manuel Jesús Orbegozo
HE leído ayer un artÍculo en un diario local y me ha traído vivos recuerdOs de Mario Bunge con quien sostuve una entrevista tanto honda como risueña. Me permito reproducirla en homenaje a tan brillante filósofo argentino:
Para esta entrevista al paso, el profesor Mario Bunge apareció en el hall de su hotel vistiendo un pulcro terno de casimir hecho a la medida de su alta estatura física e intelectual, sus ojos claros y una amplia sonrisa satisfecha.
Tomó asiento. Cruzó sus largas piernas que me parecieron haber producido un gran enredo de tibias y peronés, como me sucedió con Peter O`Toole (a quien Bunge admira) en un hotel del Cuzco. Allí le pregunté si le gustaría representar a Dios y él me contestó que no, que prefería hacer aún de un simple soldado de Shakespeare, pero no de Dios.
Bunge, instado a responder si le gustaría jugar ese papel o hacer de Napoleón o de Sócrates, me contestó que le gustaría representar a este último, acaso porque el ciego inmortal "enseñó a debatir racionalmente, como es deber de todos los maestros" o "acudir a las plazas públicas a discutir los problemas filosóficos, rebatir la falsa sabiduría y proponer sus propias opiniones", como informan los diccionarios de bolsillo.
Veinticinco siglos atrás, "la prédica de Sócrates chocó a los espíritus conservadores quienes lo acusaron de impiedad", mientras en este siglo, los positivistas acusan a Bunge de energúmeno o de algo así. Curioso porque "me pareció estúpido que pueda discutir hasta con los hermenéutas y no con los positivistas".
La guerra se inició cuando Bunge escribió su primer artículo contra estos en 1943, y va para una "Guerra de los 100 años", porque en 1953 volvió a publicar otro artículo contra ellos aquí, en Lima. "Hasta ahora no hay respuesta racional –confiesa Bunge- con lo que se demuestra la total ignorancia del positivismo sobre mi obra. Sucede, como si a un cristiano lo acusaran de musulmán".
-Lo que demostraría a su vez, la mala voluntad de los hombres, el funcionamiento mecánico de aquel gen egoísta y aquel gen altruista que todos portamos desde la noche de los tiempos, según el zoólogo norteamericano, Richard Dawkins", ¿no es cierto, profesor Bunge?.
-Dawkins no es zoólogo sino etólogo y no es norteamericano sino inglés y enseña en Oxford. Cuando publicó su obra discutí con mis alumnos. Nos desencantamos. Dawkins no es un investigador serio. Es cierto que el hombre es un producto de los genes de sus antecesores, pero también del medio ambiente en que se desarrolla, aún en el útero materno. Además, un hombre con el síndrome de Dawn no podría aprender el cálculo infinitesimal, pero sí ser un buen carpintero y ser feliz.
Le pregunté a Bunge si admira a Chaplin o a Bernard Shaw por su gran sentido del humor al que rocía con una pizca de ironía crítica cuando diserta, para no devenir sarcasmo. Dijo que sí. Recordé cuando en una de sus charlas magistrales organizadas por la Universidad Garcilaso de la Vega le contaron que en la Universidad de Ingeniería se estaba tratando de convertir a la neblina en lluvia para provocar la vida en el desierto. Felicitó a los científicos y contó que era diferente a lo que trataba de hacer la CIA norteamericana en el Africa: ahuyentar a las nubes para que no lloviera y se mantuviera la sequía en el desierto. ¿No sería en la Etiopía que por entonces era procomunista, profesor Bunge?.
Recriminando el comportamiento del hombre dijo que en muchas oportunidades procedemos como si fuéramos animales, "somos unas bestias" expresó sin compasión ni eufemismo.
Entonces, me pareció que hablaba como algunos argentinos que se creen hacedores del mundo. Hubo una vez un cataclismo universal, y luego de desaparecida toda señal de vida sobre la tierra, restregándose los ojos salió al descampado un mono sobreviviente. Por ahí le salió una mona que cuando estuvo a tiro de cañón, le mostró una manzana y le dijo coquetamente:
- "Servido che, comé", le alcanzó la manzana y el sabio mono argentino le contestó:
- "Mirá vos, a mí no me la hacés, otra vez".
Y comenzó una nueva era.
En referencia a estas cosas mayores, le pregunté al doctor Bunge qué es lo que más admira de la Creación, por ejemplo, a cuál de los cuatro elementos . - Los elementos no son cuatro, son 12 -intentó evidenciar mi ignorancia química.
- No, yo me refiero a...
- Ah, bueno, entonces, me fascinan todos los elementos. ¿Cómo no sentirse fascinado de ver cómo corre el agua de los ríos, cómo se mueve el mar, oír silbar al viento o ver arder una llama, una hoguera. Me imagino cómo debieron sentirse fascinados los hombres de la prehistoria frente al fuego.
- Como ahora mismo, profesor Bunge, "porque la vida/es fuego, según uno de los más hermosos versos de Washington Delgado, un poeta peruano.
- Pero, lo que supera toda mi admiración –exclamo Bunge realmente entusiasmado como si rugiera un león- es el hombre.
Y ni cómo ponerlo en duda.
El profesor Jorge Lazo le había contado a Bunge que yo fui el último periodista en entrevistar a Pol Pot. Bunge tuvo curiosidad por saber cuál era mi opiniòn sobre la kampucheano "kmer rouge". Le repetí lo que había escrito recientemente, que en dos horas no me fue posible asomarme a su alma y sondearla para apreciar cuán pérfido era como lo pintan y no poder opinar si merecía el cielo o el infierno.
Pero, Bunge ya tenía una opinión: "Pol Pot no fue genocida. Pol Pot fue cruel y su crimen de ordenar una masacre colectiva nunca podrá ser justificada. Genocidas son los que intentan acabar con una etnia como lo sucedido en Yugoslavia y eso no hizo Pol Pot", dijo.
Y convinimos en que genocidios son el provocado por Hitler, el de Boznia-Herzegovina, por ejemplo, mientras masacres, las de Chechenia, Hiroshima, My Lai, Shabra y Chatila y tantos otros crímenes de lesa humanidad de los que, por otro lado, está llena la historia y las páginas de la Biblia.
Después, le propuse: "Madame Rolland tiene dos dichos históricos: "Mientras más conozco a los hombres más quiero a mis perros", y acaso, antes de subir al cadalso: "Libertad, libertad, cuántos crímenes se cometen en tu nombre".
- ¿Con cuál se quedaría usted, profesor Bunge?.
- Comencemos con que Madame Rolland fue una intrigante a la que se debieron muchas muertes. Luego, sus reflexiones son cínicas aunque no por eso dejan de cometerse muchos crímenes en nombre de la libertad. "Libertad o muerte" es una frase o grito de guerra que, en realidad, debería ser: "Libertad o Vida".
- Vida y no muerte, ¿no indica el miedo que a usted le produce la muerte?
- No, no le temo a la muerte ya que ésta es inevitable. A lo que le tengo temor es a una larga agonía, a una muerte prolongada en silla de ruedas, a la incapacidad de pensar.
- O sea que ¿más estima Ud., a su cabeza que a su corazón, profesor Bunge?
- No, por ambos siento la misma admiración y el mismo respeto.
Cuando Bunge estuvo en Lima en esos días, comprobé que sólo 4 de los 20 periódicos que se editan en la capital informaron sobre las conferencias que vino a dictar, mientras los 16 restantes se dedicaron a informar en primera página, sobre las nalgas de una vedette; un descuido imperdonable de las mesas de redacción o la normal vigencia de un rampante periodismo amarillo.
- El filósofo argentino Carlos Cossío dijo una vez que luego del florecimiento de un brillante periodismo de opinión, la prensa cayó en el mercenarismo, ¿Es esto cierto, profesor?
- En primer lugar, Cossío es un filósofo de tercera categoría. En segundo lugar, el periodismo siempre fue mercenario, sin que esto quiera decir que no exista una prensa seria hecha por periodistas serios como usted, Orbegozo. (muchas gracias, profesor Bunge), etc. etc.
- Usted siempre dice etc., etc.. Etcétera quiere decir "y todo lo demas". ¿por qué lo repite Ud., tanto, profesor, basta con un etc.. ¿Acaso, desconoce la norma gramatical o lo hace para reforzar su secuencia?
- No, no. Ese es uno de los tantos errores que cometo. Es un error.
Fue un mea culpa de Bunge hecho con solemnidad ostensible. Entonces, ví cómo al reconocer un error aunque fuera irrelevante, afloraba a su rostro la sobria mueca de la humildad que considero patrimonio de los sabios o los santos, como alguna vez vi en el rostro del arqueólogo aleman Trimborn o en el de la madre Teresa de Calcuta.
Mario Bunge contó que los filósofos que más han influido en su formación, los que acaso siguen influyendo en el Bunge maduro, son Aristóteles, el estagirita; Leibinitz (sin t, me corrigió el maestro, que observaba curiosamente mis apuntes) el de las mónadas y el cálculo infinitesimal, y Bertrand Russell, aquel brillante papa inglés de la filosofía al que entendemos aún los que nos consideramos monaguillos.
Le escuché decir en una de sus conferencias que los hombres, los maestros, en especial, deben hablar o escribir en lenguaje muy claro para que se les entienda. Recordé que Borges cita a John Donne cuando afirma que "El Espíritu Santo es un escritor elocuente y un copioso escritor, pero no palabrero, tan alejado de un estilo elocuente, como de uno superfluo".
- De la misma forma como escribe Borges, profesor Bunge?
Bunge ha desenrollado sus largas piernas de basquebolista norteamericano o sus serpientes, y se ha inclinado sobre mis apuntes y ha opinado que "claro, como Borges" aunque creo que más le gusta García Márquez al que ha alabado haciendo chisporrotear su lengua y brillar sus ojos celestes.
- Ah, y también –agregó- me gusta mucho Miguel Delibes (yo he escuchado sólo a di León, el músico) y León Tolstoy y James Austen, ah, y Cervantes, un genial novelista moderno.
- ¿Cómo moderno, profesor Bunge, si Cervantes es del 1600?
- Cervantes es el fundador de la novelística moderna -se regocija Bunge recordándolo, mientras esa mañana vemos al Caballero de la Triste Figura cuando "yendo por una calle alzó los ojos y vio escrito sobre una puerta, con letras muy grandes: "Aquí se imprimen libros", de lo que se contentó mucho, porque hasta entonces no había visto emprenta alguna y deseaba saber cómo fuese".
Yo, también deseaba saber como fuese: 1) ¿qué es lo más temible, si el cáncer o el exagerado usufructo del poder; 2) si él le teme más al paso del tiempo que a la pobreza; 3) si el marxismo tiene algo de cristianismo y; 4 ) qué opina sobre el neoliberalismo.
Y, Bunge opinò que: 1) ambos son temibles: el usufructo exagerado del poder y el cáncer, anque éste es un mal individual y aquél un mal colectivo (simbiosis a la que Manuel D´Ornellas llama "el cáncer del poder"), y agregó Bunge que, aunque parezca exagerado sólo 1/5 de la humanidad vive en relativa libertad, mientras el resto está oprimido por alguna forma de poder, el cual no es sólo político sino también económico o cultural. Y respondiendo 2) que la pobreza es tan temible como el paso del tiempo y que 3) el marxismo tiene mucho del cristianismo, por ejemplo, lo de la fraternidad humana, ambos aspiran a crear un mundo mejor aunque los cristianos lo ejecutan mientras los marxistas sólo lo desean, por lo menos, los cristianos de aquellas sectas del Mar Muerto, ellos tenían bienes comunes que ahora, la iglesia descarta; y 4) ¿sobre el neoliberalismo?, espero que termine pronto, porque no se fundamenta en nada científico, no favorece a todo el mundo sino sólo a los ricos. Nadie lo ha de seguir en adelante. Realmente, lo que le debe interesar al mundo de hoy es alcanzar una plena democracia, no aquella que nos hace participar sólo para votar una vez cada cuatro o cinco años. Precisamente, de una democracia que nos haga participar a todos, a menudo, como en Suiza donde se hacen consultas populares cada dos o tres meses".
El discurso de Bunge habría seguido si el referí del tiempo no hubiera tocado su silbato y marcado el fin de los 30 minutos de juego. Sin embargo, en el breve tiempo suplementario, como cuando jugaba el futbol en su niñez allá en mi Buenos Aires querido/cuando te volveré a ver, Bunge se dedicó a recordar a Martha, su extraordinaria mujer y matemática conocida internacionalmente, y a sus hijos. Le brilló el ánimo y el orgullo le apretó el cuello como un tierno asesino, cuando se refirió a Eric, de 29 años y ya arquitecto, y a Silvita, de 22, que estudia neurobiología.
Un final de entrevista más sentimental que erudito.
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