lunes, 12 de octubre de 2009


Tacna y Arica: Prensa de la Época

Chile y el problema de Tacna y Arica en la prensa internacional de la época, 1
Posteado por Jorge Moreno Matos
viernes 7 de septiembre de 2007
Blog El Reportero de la Historia


Leo en esta página, la cual rechaza la existencia de un supuesto ‘expansionismo chileno’, arbitrariedades y falsedades tan grandes como la siguiente: “Tras la Guerra del Pacífico, Chile quedó en posesión de las ciudades tarapaqueñas de Tacna y Arica. Ante la imposibilidad de ponerse de acuerdo para realizar un plebiscito que decidiera la soberanía definitiva en ambas ciudades conforme lo exigía el Tratado de Paz de Ancón de 1883, se debió asumir la vía de las negociaciones que culminaron en el Tratado de 1929, por el cual Chile cedió Tacna al Perú. En una prueba de la inexistencia de un espíritu expansionista y hegemónico chileno en la región, Chile devolvió al Perú esta ciudad tras cuarenta años de dominio sobre la misma y teniendo todos los derechos internacionales a su favor para retenerla como conquista bélica”. Publicó aquí, en dos entregas, algunos editoriales y artículos de prensa internacional (incluidos, la propia prensa chilena) que refutan largamente lo que pretenden ‘demostrar’ ".

Chile y el Congreso Pan Americano (*)
Parece que el congreso Pan Americano que debe reunirse en la ciudad de Méjico en octubre próximo va a fracasar debido a la actitud de Chile en negarse a someter las cuestiones pendientes a arbitraje. El propósito específico del congreso es poner fin a las guerras entre las repúblicas americanas, mediante un convenio por el que todas las disputas sean arregladas por medio de arbitraje, en vez de por las armas.

No son pocas las disputas sobre límites o provenientes de tratados, que existen en germen o están ya claramente planteadas.

Insistir, como insiste Chile, en que cualquiera disputa que a juicio de algún país interesado sea considerada como "no del porvenir", haya de excluirse de hecho del tratado que se celebre por el congreso, equivaldría dar a aquella asamblea funciones puramente académicas, en vez de las prácticas y útiles que se persiguen.

Hay una razón general, y también específica para que Chile tenga repugnancia de llevar adelante los fines del congreso Pan Americano.

La historia de Chile durante el último cuarto de siglo demuestra que no desea ver establecido en América el régimen del arbitramiento pacífico, porque cree que tiene más que ganar con el arbitramento brutal de la guerra. Le ha quitado a Bolivia su única salida al océano, y a privado al Perú de su provincia litoral de Tarapacá que en aquella época se suponía contener los únicos valiosos depósitos de salitre en Sudamérica.

Jamás habría consentido en dejar al fallo de árbitros la delimitación de su frontera oriental, si no hubiese sentido desconfianza del resultado de un choque con la República Argentina, por una parte, y del Perú, posiblemente ayudado por Bolivia, de la otra. Si durante largos años ha sostenido un ejército y una armada fuera de todas proporciones a su población y a sus contribuciones, ha sido porque ha soñado en mayor ensanche territorial, hacia el norte y Noroeste, del que adquirió por el Tratado de Ancón de 1883.

Desde la celebración del Tratado de Ancón se han descubierto valiosos depósitos de salitre en el territorio temporalmente ocupado por Chile, y a este país le repugna devolver al Perú tal fuente de riqueza, aún cuando el Perú haya ofrecido gravar la exportación de salitre con un derecho idéntico al impuesto por el gobierno de Santiago.

Por lo que respecta al Perú, su desgraciado vecino, Chile está convencido que tiene menos que ganar por arbitraje que por guerra y, por consiguiente, se niega a formar parte del Congreso Pan Americano, a menos que se excluya de sus deliberaciones todas las controversias pendientes. Lo que se necesita para disciplinar a Chile y obligarlo a mirar de una manera equitativa a las repúblicas más débiles, es un canal interoceánico. Si semejante vía hubiera existido en los años que precedieron inmediatamente al año de 1883, no es ningún secreto para las personas al corriente de las gestiones diplomáticas de la época, que el Perú habría pedido su admisión a nuestra Unión, en cuyo caso podría haber retenido no solo Tacna y Arica sino también Tarapacá, mientras que Bolivia hubiese podido conservar su salida al Pacífico a la que tiene incuestionablemente derecho.
(*) Editorial del "Sun", de Nueva York, del 2 de junio de 1901

Editorial del diario El Comercio (**)
El reciente tratado de paz entre Bolivia y Chile, ha servido de pretexto a la prensa de este último país para manifestar Con desnudez irritante, su pensamiento respecto de la solución que debe tener el problema de Tacna y Arica. Los artículos de "El Porvenir" y "El Chileno" de Santiago que reprodujimos en nuestra segunda edición de la tarde de ayer, revelan claramente la absoluta falta de escrúpulos con que los periodistas del sur juzgan hoy esta interesante cuestión internacional.

Para ellos, Chile debe apoderarse definitivamente de esas provincias peruanas, sin admitir siquiera discusión con el gobierno del Perú, sobre el particular. Antes de ahora, había más recato en los escritos chilenos. Se limitaban a sostener que el tratado de Ancón daba a Chile, legítimas expectativas sobre Tacna y Arica, y a aconsejar a su gobierno poner en práctica las medidas más apropiadas para despertar en esos territorios un sentimiento chilenófilo que les permitiera ir al plebiscito con probabilidades de buen éxito.

Mientras raciocinaban así los periódicos de Chile, no había nada que objetar, porque, de la misma manera que en el Perú estamos decididos a no desistir de nuestras legítimas pretensiones respecto de Tacna y Arica, es perfectamente explicable que en Chile, aún cuando sólo sea por amor propio nacional, se piense de idéntico modo, y que allí se funden también esperanzas en las eventualidades a que, por efecto del Tratado de Ancón, quedó sujeta la suerte definitiva de nuestras provincias del sur.

Por eso, cuando se abogaba en Chile por la "chilenización" de Tacna y Arica, nos limitamos en el Perú a censurar los extravíos a que, en esa materia, se dejara arrastrar el gobierno de la Moneda por los que explotan el sentimiento patriótico inconsciente, como medio de adquirir popularidad. No encontrábamos motivo de vituperio en los esfuerzos de Chile, por alcanzar preponderancia para afrontar el plebiscito en Tacna y Arica, en condiciones satisfactorias; lo único que mereció nuestra protesta y que produjo indignación en el Perú, fue la forma odiosa en que los gobernantes chilenos trataban de quebrantar el profundo y delicado patriotismo de nuestros compatriotas de esas desgraciadas provincias, y luego la pertinacia de Chile para esquivar el Tratado de Ancón; su absoluto desconocimiento del derecho ajeno, que lo llevaba a violar, a la faz del mundo, un pacto internacional solemne, con la esperanza, sin duda, de que, corriendo los años, pudiera trocarse el peruanismo, hondamente arraigado en Tacna y Arica, por una corriente de simpatía hacia Chile, que, a pesar de una prolongada ocupación militar, no se había iniciado siquiera en esas provincias.

Pero ahora el modo de pensar de los escritores chilenos, ha sufrido un peligroso cambio. El procedimiento de la chilenización es moroso y no del todo seguro. Así como a la vuelta de veinte años se encuentran con que Tacna y Arica no ha llegado a germinar el amor de Chile, pudiera suceder que trascurriera otro lapso de tiempo igual, sin que se operara en el corazón de tacneños y ariqueños, la metamorfosis que Chile anhela, y este temor lleva hoy a la prensa de aquel país a declarar, sin ambages, que Chile no está dispuesto a tratar con el Perú sino sobre la base de la cesión de aquellas provincias, porque ya pasaron los tiempos en que las dificultades internacionales en que ese país se hallaba envuelto con la República Argentina, la obligaban a observar una diplomacia condescendiente, y que, por lo tanto, cualquier gestión que pretendiera hacer nuestro Ministro en Buenos Aires, doctor Prado y Ugarteche, a su tránsito por Santiago, para restablecer las relaciones entre el Perú y Chile, sería inoportuna, si no descansara sobre tal base.

(**) Editorial de "El Comercio", de Lima, del 15 de Noviembre de 1904.

No hay comentarios:

Publicar un comentario